Skiplagging, la nueva tendencia que irrita a las aerolíneas

Las compañías detestan esta nueva práctica que se generaliza entre los pasajeros y hace todo para frenarlo. ¿En qué consiste? ¿Trae beneficios concretos para el viajero?

Los precios de los pasajes no paran de subir desde el fin de la pandemia. Y también crece la ingeniosidad de los usuarios para cuidar sus ahorros y viajar al mejor costo. Se podría traducir skiplagging como “saltarse la escala“. Los viajeros que lo practican reservan un vuelo con escala, pero desembarcan antes del final de su viaje. Por ejemplo: si un pasajero encuentra un pasaje de Buenos Aires a Atenas con escala y cambio de vuelo en Madrid a un precio más barato que un directo entre Ezeiza y Barajas, lo compra y concluye su viaje en España, dejando caer el último tramo. 

Las compañías aéreas detestan esta práctica y tratan de limitarla, pero sin éxito hasta el momento; a pesar de algunos casos de multas y juicios, como fue el caso el año pasado en Alemania. El skiplagging se hizo popular porque las empresas aéreas cobran más para los vuelos directos, aprovechando las necesidades de los clientes para viajar en el menor tiempo posible y mayor demanda de parte del público. Al mismo tiempo, las empresas generaron modelos y escalas de negocios para los cuales necesitan crear importantes flujos de pasajeros en sus hubs para reducir costos. Por esto, los pasajes compuestos por varios tramos y escalas más o menos largas, se convirtieron en una ganga para los clientes más ahorrativos. ¿Quién no comprobó que era mucho más económico pasar por México, Bogotá o Toronto, para ir de Buenos Aires a Berlín o Londres? Es así que empezó la práctica del skiplagging, tímidamente antes de la pandemia, y con cada vez más fuerza actualmente en un contexto de incremento de los precios de los pasajes. 

El cliente ahorra dinero con ese procedimiento, pero la compañía no. Por un lado, vende pasajes a un menor precio y por otro se queda con asientos vacíos que podría haber comercializado y rentabilizado. Por esta razón, las letras chicas de las cláusulas relativas a la compra de pasajes suelen prohibirlo y hasta se reservan el derecho de cancelar el viaje y suspender la cuenta de pasajero frecuente en casos en los cuales pudo comprobar que el cliente sea un skiplagger.

No impide que la tentación de cuidar los ahorros es más fuerte y se notó un fuerte incremento de la práctica durante la temporada alta de verano que acaba de terminar en el hemisferio norte, especialmente en los Estados Unidos donde el fenómeno fue objeto de largas notas en diarios de la importancia del Washington Post. Con su multitud de conexiones y la incorporación de los vuelos en la vida diaria de sus ciudadanos, el skiplagging no podía sino prosperar en el norte de las Américas. Siempre y cuando se puede viajar con un solo bolso de mano, ya que cualquier valija despachada en bodega está encaminada hasta el final del viaje aunque su dueño se haya dado de baja con anticipación. Lo que añade además un tema muy serio de seguridad… Sin hablar del costado medioambiental, cuando los aviones vuelan con menos personas a bordo. 

Por más polémico que sea, el skiplagging existe porque las compañías tienen prácticas tarifarias que lo propician. Están entonces en una posición delicada para terminar de luchar eficientemente contra este fenómeno. En los Estados Unidos incluso apareció una plataforma, https://skiplagged.com/ que funciona tanto como motor de búsqueda como OTA y fue uno de los promotores de esta estrategia de compra.