La mayoría de las aerolíneas tienen políticas estrictas sobre los cambios de asiento. Es principalmente por motivos de seguridad.
La distribución de los pasajeros dentro de una cabina sigue reglas muy precisas para repartir de manera equilibrada el peso durante el vuelo. Mover a los pasajeros puede alterar el equilibrio del avión. Es algo que hasta podría ser peligroso, especialmente durante las fases críticas del vuelo, como el despegue y el aterrizaje, o durante condiciones climáticas adversas.
Es la razón principal por la cual el personal de la tripulación de a bordo no suele permitir que los pasajeros se cambien de asiento durante un vuelo. Además, los asientos suelen asignarse por razones logísticas, tarifarias y operativas.
Por último, los auxiliares de vuelo a menudo tienen que cumplir ciertas normas y reglamentos sobre seguridad y gestión de pasajeros durante el vuelo. Y es un tema tabú: es más fácil identificar a las víctimas cuando están sentadas en el asiento correcto en caso de accidente. En resumen, cambiar de asiento puede alterar estos protocolos y dificultar la gestión eficaz del vuelo.
Sin embargo, puede haber situaciones en las que se autorice el cambio de asiento, por ejemplo si un pasajero tiene necesidades especiales o si hay problemas técnicos con un asiento. En tales situaciones, es preferible solicitar autorización y asistencia a la tripulación de cabina.
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