¿Sobreturismo o turismo de masa? Cuál es la diferencia

Ambos son nefastos para el turismo y su desarrollo, tanto desde la perspectiva de los destinos como de los turistas. El turismo de masas es cuando miles de personas convergen en un mismo lugar en la misma fecha. El sobreturismo es una sobreabundancia de visitantes que hacen colapsar la capacidad del destino.

Desde antes de la pandemia, se empezó a hablar del fenómeno del turismo excesivo y se usan tanto una expresión como la otra; pero en la realidad, no es lo mismo el turismo masivo como el sobreturismo. Sin embargo, sus efectos son similares y generan el surgimiento de los mismos sentimientos y movimientos hostiles hacia los turistas, como ya ocurre en Barcelona, las Islas Baleares y varios otros sitios del mundo.

Los casos más resonantes del turismo excesivo en estos tiempos son los de Barcelona, Venecia, Ámsterdam, Praga, Dubrovnik o Brujas. Estas ciudades están preparadas para recibir grandes caudales de visitantes, pero no las gigantescas cantidades que reciben desde que el turismo mundial pulveriza sus récords año tras año. Los transportes muy baratos y el incremento del nivel de vida en países muy poblados (de Asia principalmente) provocaron una intensificación y una masificación extrema del turismo.

El turismo de masa provoca molestias porque muchas veces se concentra en ciertos periodos del año (fines de semana largos, fiesta local, etc) y altera significativamente la vida de los lugareños. El sobreturismo es un fenómeno que va más allá todavía, ya que provoca un colapso total de las infraestructuras. Las redes sociales son en gran parte responsable de esta concentración extrema de los visitantes en un mismo lugar en una misma ocasión (un atardecer, por ejemplo). No se cuentan más los casos de situaciones que rozan lo ridículo como estas situaciones de gente que pasa buena parte de sus vacaciones haciendo cola para poder sacarse una selfie tal cual como la vio en la cuenta de Instagram de algún influencer. Hasta se generaron campañas para incentivar a los viajeros a tener mayor independencia y buscar lugares alternativos, para vivir verdaderas vacaciones o realizar viajes auténticos.

El sobreturismo no siempre es un paso más allá del turismo masivo. Porque depende mucho de la capacidad del sitio. Islandia por ejemplo, es uno de los países que recibe la mayor cantidad de visitantes por habitante al año, una proporción de más de 5 turistas por cada isleño. Si bien esta presión empieza a notarse, el país no entró en un proceso de querer limitar esta afluencia, y la aprovecha incrementando sus precios y basándose en el turismo para diversificar su economía y los ingresos de su población. Al contrario, Machu Picchu recibió 1.100.000 de visitantes en 2019 y desde el fin de la pandemia fijó un aforo de 4.000 personas por día. Es demasiado para un sitio con infraestructuras limitadas (como por ejemplo la cantidad de buses que suben y bajan entre el cerro y el pueblo de Aguascalientes) y la superficie relativamente chica de las zonas autorizadas al tránsito en el sitio arqueológico. Machu Picchu sobrepasó sus límites y entró en una fase crítica de sobreturismo, que altera la experiencia de los visitantes, que forman largas filas sin poder aprovechar la magnificencia del sitio. Lo mismo ocurre con lugares extremos e impensados como la cima del Monte Blanco en Europa o el Everest en Nepal, cuando decenas de alpinistas coinciden el mismo día a la misma hora.

El año 2024 marcará un nuevo récord y el fin de los efectos de la pandemia. Los conceptos de sobreturismo y turismo de masa vuelven a estar más de actualidad que nunca. En las Islas Baleares, los habitantes colocan falsos carteles para hacer creer a los turistas que las playas están cerradas. En Japón tuvieron que instalar una valla para impedir la aglutinación de cientos de turistas en un mismo lugar para sacar la misma foto. Los ejemplos de este tipo se suceden en todo el mundo y a una frecuencia siempre mayor. Las redes sociales incrementan la concentración del turismo; al tiempo que las agencias van perdiendo su papel de asesores y hasta de educadores, a medida que se desmaterializan. Si bien hay tendencias de turismo sustentable, regenerativo, comunitario, rural, slow y otros, la masificación sigue predominando. El éxito del turismo podría ser al mismo tiempo su principal problema.

A %d blogueros les gusta esto: