Lugares e infraestructuras saturadas, cantidad de personas que se concentran en el mismo lugar a la misma hora, conductas irrespetuosas, turismo de excesos: las causas que generan los movimientos de hostilidad hacia los turistas muchas. En varios de los lugares más visitados de Europa, los turistas ya no son bienvenidos.
El turismo de masas, que se frenó bruscamente durante los años de Covid, volvió a repuntar en 2023 y superará todos sus récords en 2024. Los vuelos low-costs y las redes sociales impulsan millones de viajes adicionales, en todo el mundo. Esta explosión de las visitas provoca movimientos de molestia -y hasta hostilidad– entre los lugareños. Al mismo tiempo, pone en riesgo a los sitios, sean urbanos o naturales, que no están preparados para recibir tal cantidad de gente. Entonces, algunos destinos han introducido medidas para frenar las afluencias masivas, conocidas negativamente como sobreturismo.
Calles abarrotadas, colas interminables, comportamientos irrespetuosos… Desde Japón hasta Europa, muchas ciudades y sus habitantes reaccionan negativamente ante el turismo de masas. Barcelona se convirtió en el ejemplo de este hartazgo y sus vecinos hasta empezaron a atacar a los turistas con pistolas de agua…
El caso de Barcelona: su patrimonio cultural único, como la Sagrada Familia y Las Ramblas, atrae cada año a millones de visitantes. Esta afluencia exaspera a los lugareños, que expresan su descontento con pintadas como “Que se jodan los turistas” y lanzando agua sobre los extranjeros. Se hace todo lo posible para disuadir a los visitantes. Como consecuencia directa de este turismo masivo, los precios de los alquileres llevan subiendo desde 2014, lo que dificulta a muchos barceloneses encontrar alojamiento. Para combatir este circulo negativo, se prohibe la construcción de nuevos hoteles y se limitará la publicación de viviendas en plataformas como Airbnb para retirar a decenas de miles de departamentos de la oferta turística.
En Ámsterdam: el impacto del sobreturismo provoca muchos daños en los sitios y las infraestructuras de Venecia en Italia, Ámsterdam en los Países Bajos, Santorini (en la foto de apertura de esta nota) o Creta en Grecia, Etretat en Francia… la lista de destinos europeos golpeados por el sobreturismo se alarga cada año. Importante motor económico, el Viejo Continente es la región que generó más ingresos por turismo en 2023, con US$ 660.000 millones. Para limitar esta afluencia, algunos destinos optan por aumentar la tasa turística para todos los visitantes. Por ejemplo, en octubre de 2023, la capital de los Países Bajos decidió aumentar este impuesto al 12,5 % del precio de la habitación de hotel. Con una tarifa media de 175 euros por persona, esto supone un aumento de 15,25 euros a 21,80 euros por noche en 2024. Ahí también se limitó la construcción de nuevos hoteles y se va a construir una nueva terminal de cruceros para alejar a los barcos del centro e incentivar a los pasajeros a visitar otros destinos de los Países Bajos durante su escala. Además, el ayuntamiento limita el acceso al Barrio Rojo y el consumo de cannabis y alcohol entre los turistas.
Por culpa de Lupin: Étretat es un pueblo de la costa normanda, que había sido elegido por los pintores impresionistas para realizar algunas de sus obras. Es también el lugar emblemático de las aventuras de Arsène Lupin, y la exitosa serie TV basada en las novelas de este personaje, provocaron un flujo de visitas sin precedentes hacia este pequeño balneario. Alrededor de 1,5 millones de personas lo visitan cada año el famoso pueblo y sus acantilados se volvieron invivible, con largas colas de gente esperando llegar a los mismos lugares al mismo tiempo. Además de incomodar a los lugareños, los turistas dañan los acantilados y algunos de ellos directamente se ponen en peligro para conseguir una mejor foto para sus redes sociales. Es uno de los casos más emblemáticos de los efectos perversos de las redes sobre el turismo de masa y la preservación de un sitio.
Un fenómeno mundial: no sólo Europa se ve afectada por un número excesivo de visitantes más o menos respetuosos con el medio ambiente. Machu Picchu, en Perú, es el caso más tristemente famoso en América Latina. La conducta sin frenos de los turistas hasta llevó a extremos lamentables, como cuando unos turistas franceses y argentinos defecaron en las ruinas, en 2020. El sitio debió además instaurar un cupo de 2.500 visitantes diarios para evitar la degradación de una de las Siete Maravillas del Mundo. Numerosos parajes naturales también han introducido límites para preservarlos. Tal es el caso del Everest, cuya ascensión atrae a enormes multitudes, como demuestra la foto a continuación:
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