¿Viajar de una ciudad europea a otra en una cápsula de levitación magnética propulsada a más de 700 km/h? Esta es la promesa de una empresa holandesa, Hardt Hyperloop, tras un primer ensayo en los Países Bajos que se consideró prometedor.
Fue el fundador de SpaceX y Tesla, Elon Musk, quien introdujo el Hyperloop, un tren ultrarrápido de levitación magnética, en la cultura popular en 2013, pero muchos proyectos han quedado aparcados.
En el Centro Europeo del Hyperloop
En el interior del túnel blanco de 420 m de largo del Centro Europeo del Hyperloop, el tren cubierto de rayas grises claras y negras flotó, obedeciendo a un centro de control, antes de despegar. De momento, su velocidad es relativamente lenta, de unos 30 km/h, pero los operadores esperan que alcance los 100 km/h a finales de año.
“Estaremos listos para transportar pasajeros en un vehículo así en 2030”, declaró Roel van de Pas, director comercial de la empresa holandesa Hardt Hyperloop. Según la empresa, este concepto de tren de alta velocidad tiene el potencial de revolucionar los viajes en Europa, uniendo Ámsterdam con Berlín en 90 minutos, o la capital holandesa con Milán en dos horas.
Este concepto no es nuevo. En 2013, el fundador de SpaceX y Tesla, Elon Musk, lo presentó como un “quinto modo de transporte” para unir San Francisco y Los Ángeles. Sin embargo, varios intentos de desplegar Hyperloop, lanzado como proyecto colaborativo de “código abierto” por el magnate británico Richard Branson, han fracasado. Los críticos denuncian el “bombo mediático” que rodea a una tecnología que lucha por demostrar su valía, mientras los proyectos han costado miles de millones de dólares.
Francia, algunos países del Medio Oriente y China fueron los primeros en lanzarse en ensayos en tamaño real. China, más particularmente, ya dispone de una instalación de pruebas capaz de alcanzar velocidades de hasta 700 km/h. En Toulouse, en el sur de Francia, la autoridad metropolitana ha gastado más de 5,5 millones de euros de dinero público para su propio proyecto.
Pero el jefe de Hardt Hyperloop sigue convencido de que “cambiará realmente las relaciones que tenemos dentro de Europa. Integrará realmente el continente”. Con el Hyperloop, se podría sustituir los vuelos cortos en Europa y los largos viajes en coche por el continente, con unos costes de billete probablemente comparables a los de una aerolínea de bajo coste. Con el tiempo, estos Hyperloops podrán transportar a unos cincuenta pasajeros en condiciones de transporte comparables a la comodidad de los trenes modernos.
Un medio de transporte más ecológico que el avión
El siguiente paso será probar el vehículo en condiciones de vacío total, en las que hay que aspirar casi todo el aire del túnel para reducir la resistencia del aire y aumentar gradualmente la velocidad. El centro holandés es el único que dispone de un “cambio de carril”, un tubo que sale de la vía principal, para probar qué ocurre cuando una cápsula cambia de trayectoria a alta velocidad. Hardt Hyperloop espera empezar pronto a probar esta bifurcación, necesaria para el desarrollo de una red.
El despliegue con éxito de una red densa de Hyperloop podría tener un importante beneficio medioambiental: este modo de transporte utiliza alrededor de una décima parte de la energía necesaria para el transporte aéreo y un tercio de la energía necesaria para el transporte ferroviario. Además, encerrado en tubos, sería totalmente silencioso.
Los tubos podrían colocarse a lo largo de las autopistas existentes. El Centro Europeo del Hyperloop ya está probando la integración del tubo en el entorno, pintando parte de él para darle la apariencia de un bosque.
Sin embargo, estos proyectos requieren costes de construcción considerables. De media, el coste de construcción del Hyperloop se ha estimado en 20 millones de euros por kilómetro, “es decir, entre el 60 % y el 100 % del coste de una línea de alta velocidad”, según una nota publicada en 2018 por la Oficina Parlamentaria para la Evaluación de las Opciones Científicas y Tecnológicas (OPESCT).
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